Desgarrado en un mundo sin ti

Te escribo, como tantas otras veces,
quizá un poco distinto,
quizá...

Te espero, desgarrado,
como siempre a solas
con mi amor desesperado.

Me creí invencible, intocable,
(me creí feliz) te creí feliz,
y ese fue mi gran error.

Te espero, como siempre,
con este amor tirano,
loco, absurdo y desesperado.

Una vez fui peregrino de tu piel,
ahora soy peregrino de tu olvido,
aunque no te olvido.

Y te miro, y te espero
y deseo que todo vuelva,
que aquellas tardes vuelvan.

Y parece mentira,
que ayer fueras mía,
y ahora no seas más

que un deseo incontrolado,
que toda una vida truncada
para mí.

Y leo tus cartas, y leo Neruda,
y tu dedicatoria,
y tus comentarios.

Ya nada me consuela,
pues ya nada me espera,
salvo la nada.

Si llorar no sirve,
yo no sirvo,
para tenerte.

Nunca me dijiste
quien eras,
una sombra a la luz.

Nunca me dijiste
como eras,
y te quise igual.

Nunca me dejaste,
acercarme a ti,
y te quise igual.

Nunca me avisaste,
que un día,
de amor me matarías.

Y no te engañes,
no te culpo,
culpo al mundo.

O sí te culpo,
por este cambio
absurdo y extraño.

Dulce niña
dulce aliento de mis sueños,
vuelve a mí, hazme vivir!

Dulce sueño,
dulce oasis de reposo,
cruel tormenta en alta mar.

Amargas horas,
si no estás, si cada hora que pasa
sé que no volverás.

Siempre dije que no
quería despertar del sueño,
pues no me gusta el mundo,

el mundo sin ti.